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Soltarse no es lo mismo que rendirse...

  • Foto del escritor: Romeo Guevara
    Romeo Guevara
  • 9 nov 2023
  • 2 Min. de lectura

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Mientras luchaba con mis conflictos un día de esto, me sentí tan derrotado y vencido. Sin embargo había estado orando porque Dios tomará mis cargas y mis conflictos. Luego Dios me enseñó que dejar ir las cosas en sus manos no es lo mismo que darse por vencido. Y comprendí una gran verdad. Desprenderse del resultado no es lo mismo que tirar la toalla. Sabes querido viajero igual que yo rendirse es cuando te arrancan la cuerda de las manos sangrantes. Es algo que permites que suceda por elección de tu voluntad. Dios nunca quiere que nos rindamos. Pero Él sí quiere que soltemos y dejemos ir lo que nos afecta. Dejar ir es un acto de aceptación y entrega. También es parte de la vida. Dejar ir es aceptar aquellas cosas que no podemos cambiar. No significa que aprobemos esas cosas o que incluso nos gusten. Pero las liberamos de todos modos. Dejar ir es un acto de amor, no de derrota. Es una decisión deliberada de poner nuestra confianza en Jesucristo. Dejar ir es el camino hacia la libertad. También abre la puerta para que Dios obtenga lo que busca sin interrumpir, interferir o interceptar la obra maestra que busca crear en mí y en usted. El hecho es que la vida es una serie de pérdidas. Perdemos amigos, relaciones, trabajos, iglesias, familiares e incluso nuestras tiendas, restaurantes, hoteles y programas de televisión favoritos. Lo único que está garantizado es nuestra existencia terrenal, e incluso eso desaparecerá algún día cuando hagamos la transición a la próxima vida. Pero toda pérdida es una oportunidad para un mayor crecimiento. Un consejo que estoy aprendiendo en carne propia por más difícil que sea dejarlo ir, ten esto en cuenta: en realidad no estás dejando ir simplemente estás transfiriendo el problema a las manos de Dios, manos que son mucho más capaces que las tuyas. Recordaba que mientras los niños traen sus juguetes rotos con lágrimas para que los arreglemos, yo debo llevar mis sueños rotos a Dios, porque Él es mi amigo. Pero luego, en lugar de dejarlo en paz para que trabajara solo, me quedé y traté de ayudarlo con mis propios medios. Al final los recuperé y grité: "¿Cómo puedes ser tan lento?" “Hija mío”, dijo, “¿Qué podría hacer? Nunca lo dejaste ir”. Dejar ir no es fácil. Pero si un árbol no soltara sus hojas, no sería posible un nuevo crecimiento en la primavera. El otoño es brillante porque nos muestra la belleza y el valor de dejarse llevar…ven Señor Jesús…

 
 
 

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