La bellece del amanecer...la belleza del atardecer
- Romeo Guevara
- 9 nov 2024
- 2 Min. de lectura

Tan bello es el sol en su amanecer, como tan bello es en su atardecer… Lo triste es que todos amamos el amanecer, el inicio, lo que florece. Pero pocos aprecian el atardecer, donde habita la sabiduría, el descanso y la paz de lo vivido, la belleza dorada de un ciclo completo.
El sol, en su ascenso majestuoso, pinta el cielo con tonos de promesa y juventud. Cada amanecer, como una sinfonía de colores nuevos, deslumbra al corazón con sueños y esperanza. Así es la juventud, radiante y vibrante, una época de posibilidades infinitas, como el primer rayo que toca la tierra. “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud” (Eclesiastés 12:1), susurra la Escritura, pues allí, en el despertar de la vida, se encuentran las semillas de un propósito eterno.
Pero al igual que el sol sigue su curso, también lo hace la vida. Y así, cuando el día se acerca a su ocaso, el cielo se tiñe de una belleza madura, profunda, que habla de paz y plenitud. Los tonos suaves del crepúsculo, como una caricia de Dios, invitan a contemplar lo vivido, a saborear los frutos de una vida en Sus caminos. La Palabra nos recuerda que “La gloria de los jóvenes es su fuerza, y la hermosura de los ancianos es su vejez” (Proverbios 20:29).
Envejecer en Dios es un arte divino, es como el último suspiro del día que, lejos de apagarse, se vuelve glorioso y eterno. Que nuestros días sean como un sol que se despide con gracia, llevando en su ocaso la paz de quien ha caminado con Dios, sabiendo que la verdadera luz nunca se apaga, sino que se convierte en eternidad en Su presencia.
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