Quieres ser sano?
- Romeo Guevara
- 7 ago 2023
- 3 Min. de lectura

En las callejuelas de Jerusalén, donde el polvo dorado besaba los pasos cansados de los viajeros y las sombras danzaban al ritmo del sol, se alzaba el mítico estanque de Bethesda, un refugio sagrado de esperanza y misterio. Sus aguas tranquilas parecían reflejar los secretos del cielo, y en el corazón de aquel lugar, una historia de sanidad aguardaba ser contada.
Había un paralítico, un alma atrapada en su propio cuerpo, cuyo nombre resonaba en susurros por las callejuelas como un eco de lamento. Su mirada triste y su piel pálida eran testigos de años de lucha contra la desesperación que amenazaba con ahogar su espíritu. Todos los días, con una mezcla de anhelo y resignación, arrastraba su cuerpo débil hacia el borde del estanque. Allí, esperaba un milagro, anhelando que las aguas fueran agitadas por un ángel divino y le otorgaran la libertad que tanto ansiaba.
Sus ojos, una vez opacos, comenzaron a brillar con la luz de la posibilidad cuando un extraño apareció en su camino. Era un hombre de rostro gentil, vestido con túnicas que parecían teñidas por los colores del amanecer. Sus ojos parecían contener las estrellas y su sonrisa irradiaba compasión y calidez.
El hombre se acercó al paralítico con pasos serenos, como si cada paso resonara con la cadencia de la paz interior. Se arrodilló a su lado y extendió su mano en un gesto de conexión y amistad. "Hermano, he visto tu lucha y tus sueños reflejados en las aguas de este estanque", susurró con una voz que era como el murmullo del viento... ¿quieres salir de tu situación? le preguntó
El paralítico levantó la mirada, sus ojos encontraron el resplandor del extraño, y una chispa de esperanza revivió en su corazón. "He buscado la sanidad aquí, en estas aguas sagradas", murmuró con una mezcla de tristeza y anhelo...
El problema es que estás buscando en el lado equivocado...Jesús con su pregunta declara que no se sabe que es peor cuando buscamos soluciones en la vida...si es peor no tener fe y esperanza como la de este hombre o también tener fe y esperanza en una superstición o creencia equivocada...ambas cosas son dagas letales para el alma...
"¿Quieres ser sano?", preguntó Jesús con una voz que era un río de compasión y conocimiento. Las palabras flotaron en el aire como notas de una canción desconocida, resonando en los espacios ocultos de la esperanza y la necesidad. El paralítico había estado en esa situación durante mucho tiempo, y a lo largo de los años, pudo haberse acostumbrado a su estado de sufrimiento. La pregunta de Jesús le invitaba a considerar si realmente deseaba cambiar, si estaba dispuesto a soltar las limitaciones y las creencias que le habían mantenido atrapado en su parálisis, tanto física como emocionalmente.
En esencia, la pregunta revela la importancia de la voluntad y la intención en el proceso de sanación. Aunque Jesús poseía el poder de curar, él también respetaba la autonomía y elección de cada individuo. Quería que el paralítico se involucrara activamente en su propia sanación, en sintonía con los principios de libre albedrío y crecimiento personal.
Al hacer esta pregunta, Jesús desafiaba al paralítico a reflexionar sobre su deseo de cambio y su disposición a dejar atrás las limitaciones autoimpuestas. La sanidad, en el sentido más amplio, a menudo implica un proceso interno de liberación y transformación. La pregunta de Jesús dirigía al paralítico hacia una decisión consciente de aceptar la sanidad en todos los niveles de su ser y de permitir que la gracia divina obrara en su vida.
En última instancia, la pregunta "¿Quieres ser sano?" trasciende el momento histórico y se convierte en un llamado eterno a cada individuo para considerar si están dispuestos a soltar sus propias limitaciones, creencias negativas y resistencias internas en búsqueda de una transformación profunda y liberadora.
Una pregunta ¿quieres ser sano?
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