Emboscado por Jesús...
- Romeo Guevara
- 23 sept 2023
- 8 Min. de lectura

¿Es posible estar preparado cuando de repente pierdes algo valioso en la vida? He llegado a la conclusión de jamás está uno lo suficientemente preparado para una pérdida. Cualquiera que sea. Esperamos que Dios sea siempre con nosotros y ese “sea”, esté relacionado con las bendiciones, la prosperidad y por sobre todo la salud. Pero ¿qué pasa cuando Dios realmente hace algo que no esperas y no hace algo con lo que esperas?
En la jerga militar se denomina fuego amigo o amistoso a los disparos provenientes del propio bando. Este tipo de incidentes suelen estar producidos por errores, casi siempre humanos, debidos normalmente a fallos en la identificación del objetivo.
¿Será posible que seamos heridos por fuego amistoso de Dios? Indudablemente el fuego amistoso de Dios no contempla todas las variables de errores humanos, pues Dios es perfecto y el busca lo mejor en nosotros. Sin embargo, hay mucha evidencia de que Dios si usa muchas veces ese fuego amistoso para probar a sus hijos.
Un caso típico es el caso de Job. Aparentemente el fuego de su prueba vino directamente de los designios de Dios. Claro que el instrumento fue el enemigo pero Dios simplemente lo permitió.
¿Por qué pasa esto? Bueno el libro no nos lo hace saber realmente, sólo relata la contienda entre Dios y Satanás.
Es fácil responder diciendo: "Eso no me pasará a mí". Oh espera. Detente. No lo sabes. Tú y yo hemos vivido lo suficiente para darnos cuenta de que podría pasarle en cualquier momento a cualquiera de nosotros. Otro bombardeo, otro ataque terrorista, otra explosión, otro asesinato sin sentido, otra terrible colisión automovilística, otor terremoto, otro huracán o un asalto, una enfermedad extraña. Cada acontecimiento podría provocar pérdidas incalculables, devastación y sufrimiento horrible.
En los últimos meses, he experimentado el “fuego amistoso de Dios” en mi vida. Ha sido complejo y difícil. Pues simplemente no hay respuesta a mi dilema y petición de Dios. Mis reacciones han sido desde enojo, llanto, incredulidad y aceptación. En realidad me he dado cuenta de que mucho lo que he enseñado y predicado por más de 40 años ha perdido relevancia espiritual ante la manera que reacciono a mi propio calvario. No hay teoría que sostenga el horno de la aflicción. Es como si tuviera la misma respuesta de Job en el capítulo 42 donde dice que “de oídas te había conocido pero ahora mis ojos te ven”. Es como si una nueva dimensión espiritual se me abriera ante mis ojos. Y a veces hasta siento vergüenza por las veces que prediqué tan alejado de la realidad de los temas o personajes sobre los cuáles disertaba. ¡Qué tan lejos de sentir lo que ellas sintieron cuando expresaron sus dilemas!
He decidido dar un “reset” a mi estilo de reflexión. Ya no puedo ser el mismo. Simplemente hay otro lado de la historia que ahora experimento que me hace más respetuoso de la Palabra y de la manera en que me acerco a ella.
He comenzado a releer el libro de Job, con la sangre de mis heridas abiertas y he llegado a comprender el gran dolor y las luchas de este hombre de Dios. Por un lado me sorprende todo lo que le sobrevino de repente y por otro lado me avergüenza mi vida ante las reacciones tan espirituales de Job ante su prueba. Estoy lejos de una madurez de ese tipo. No nos damos cuenta de eso hasta que estamos en sus sandalias.
Y es que desde hace unos dos meses , fui emboscado por Jesús de Nazaret. El camino que he transitado estos últimos 42 años ha sido salpicado por victorias desastrosas y derrotas magníficas, éxitos que empobrecen el alma y fracasos que mejoran la vida. Las temporadas de fidelidad y de traición, los períodos de consolación y de desolación, de fervor y de apatía no son desconocidos para mí. Y hubo situaciones en las que… la presencia de Dios que sentí fue más real que la silla en la que estoy sentado; la Palabra rebotó como un relámpago en todos los rincones de mi alma; una tormenta de deseo me llevó a lugares que nunca había visitado. Y hubo otras ocasiones en las que… me sentí identificado con las palabras de una actriz de antaño: “Yo solía ser Blancanieves, pero cambié”; la Palabra fue tan obsoleta como un helado viejo y tan insípida como una salchicha; el fuego en mi vientre ardió y se apagó; confundí el entusiasmo hueco con la sabiduría de los mayores; descarté el idealismo juvenil por ser mera ingenuidad; preferí una pieza de vidrio barata antes que la perla de gran precio. Si usted se relaciona con alguna de estas experiencias, es posible que desee navegar a través de estas reflexiones y hacer una pausa para recuperar su identidad esencial como hijo de Abba en medio de las dificultades.
He decido acercarme, extrayendo las cosas que Dios me va enseñando a medida que lo leo, medito y lo digiero. Al acercarme a él lo hago con mis propias luchas y la ausencia de salud en mi vida.
Creo que es el único camino que nos queda, buscar en el texto sagrado lo que realmente puede moldearnos y fortalecernos para capear la prueba y salir aprobados.
Sin embargo, hay momentos en que el dolor nos da de baja la puerta en nuestras vidas de manera inesperada y aparentemente inmerecida, y nos encontramos boca abajo en el pavimento sin ninguna idea de por qué.
Aquí es exactamente donde encontramos a Job. En un momento es un hombre de negocios saludable, rico, exitoso y un padre dedicado. Al momento siguiente, los bandidos han allanado, saqueado sus activos y destruido su propiedad. Todos sus hijos son asesinados, y su cuerpo se infecta con forúnculos horribles y heridas abiertas y supurantes. Y Job no tiene idea de por qué. Él no ha hecho nada malo. Él no ha pecado contra Dios; no ha engañado a su esposa ni abusado de sus hijos. No ha hecho nada para merecer nada de esto. Y luego, para empeorar las cosas, parece que todo este dolor y sufrimiento es el resultado de una extraña apuesta que Dios ha hecho con Satanás. (Vea Job 1: 6–19; 2: 1–9.)
Sin embargo, a pesar de toda esta tragedia, la Biblia dice: “Job no pecó al acusar a Dios de hacer algo malo” (Job 1:22 NVI ). Job era un hombre de gran paciencia en medio de un sufrimiento intenso.
Cuando veo esto y me veo a mí, me pregunto ¿cómo logras semejante actitud? ¿Cómo se puede adorar de esa forma en medio del dolor? No se puede hacerlo humanamente, tiene que venir de parte de Dios. He descubierto que podemos aprender a ser iguales si seguimos su ejemplo.
El primer principio de fortaleza de Job tiene que ver con su reacción. Job reconoció que todo lo que tenía era un regalo de Dios. Ante esta reacción lo llevó a adorarlo porque simplemente Dios había dado, Dios había quitado. Nada de lo que poseía le pertenecía, no era dueño de nada. Job reconoció que todo lo que tenía era un regalo de Dios. Él le había dado a su familia, todas sus posesiones materiales, incluso su éxito. Y Job creyó que si Dios daba, Él también podría quitar. En este punto, Job no cuestionó a Dios. Él reconoció su soberanía en su vida, y cayó al suelo en la adoración.
Job adoró a Dios en medio de su sufrimiento físico y le dijo a su esposa: "¿Debemos aceptar el bien de Dios y no los problemas?" (Job 2:10 NVI ). Job pudo mantener su confianza en la soberanía de Dios en medio de la adversidad. Esta confianza le dio una paciencia increíble. Si desea poder soportar con paciencia las temporadas de sufrimiento, debe reconocer, como Job, que Dios es soberano en su vida y que está trabajando todo de acuerdo con su plan para su vida. Es una lección que me está costando entender y por sobre todo aceptar.
El segundo principio de fortaleza de Job tiene que ver con su explicación. Si quiero poder soportar con paciencia el sufrimiento como Job, no le pidas a Dios que se explique. Job era humano como el resto de nosotros, y en ocasiones estaba enojado con Dios por permitir que ocurrieran estos trágicos eventos en su vida.
Pero su confianza en Dios nunca vaciló. La capacidad de confiar en Dios en medio del sufrimiento es una tarea difícil, pero una de las cosas que me ayuda es recordar la fidelidad de Dios para mí en el pasado. Hoy puedo recordar los momentos de sufrimiento en mi propia vida que sucedieron hace años y ver la fidelidad de Dios en todo momento. No podía verlo con tanta claridad en ese momento, pero hoy tengo una mejor comprensión de todo esto. Esta capacidad de ver la fidelidad de Dios en el pasado me ha ayudado a esperar pacientemente a Dios en las dificultades actuales, sabiendo que Él es fiel. En este momento de prueba mis primeras reacciones fueron quejas ante Dios, y peticiones para que me explicara ¿por qué hoy? ¿por qué en este momento de mi vida? ¿Por qué cuando ya estoy mayor y esperaba una vejez más tranquila? Bueno, pues simplemente como decía un amado profesor mío: “vivimos de promesas y no de explicaciones.”
El tercer principio de fortaleza de Job tiene que ver con su visión. Saben que he descubierto que la confianza inquebrantable es una cosa rara y preciosa porque a menudo exige un grado de coraje que roza lo heroico. Y es que cuando la sombra de la cruz de Jesús recorre nuestras vidas en forma de fracaso, rechazo, abandono, traición, enfermedad, desempleo, soledad, depresión, la pérdida de un ser querido; cuando estamos sordos a todo menos al grito de nuestro propio dolor; cuando el mundo que nos rodea parece repentinamente un lugar hostil y amenazador, en esos momentos podemos gritar de angustia: "¿Cómo puede un Dios amoroso permitir que esto suceda?" En esos momentos se siembran las semillas de la desconfianza. Y la verdad es que se requiere un coraje heroico para confiar en el amor de Dios sin importar lo que nos pase. Y que saben, los momentos de intenso dolor y sufrimiento que he estado pasando han eliminado todos los clichés superficiales de "Claro, confío en Dios". Y es que amar a Dios y permanecer plenamente dedicado a Él en medio del sufrimiento, amarlo incluso cuando piensas que es injusto y cruel. Es el verdadero amor, la verdadera devoción, la confianza pura. Así que finalmente si quieres poder soportar con paciencia el sufrimiento como Job, mantén tus ojos y visón enfocados en la eternidad. Cuando estoy en una temporada de sufrimiento, es demasiado fácil para mi dolor consumir toda mi atención, así que necesito esforzarme para recordar, por más difícil que sea esta temporada, el cielo está llegando. En medio de su sufrimiento, Jesús pudo soportar pacientemente porque se enfocó en la alegría que sabía que venía. El autor de hebreos escribe: Mantén tus ojos en Jesús, nuestro líder e instructor. Estaba dispuesto a morir una muerte vergonzosa en la cruz por la alegría que sabía que sería suya después; y ahora él se sienta en el lugar del honor por el trono de Dios. Si quieres evitar sentirte desanimado y cansado, piensa en su paciencia, ya que los hombres pecaminosos le hicieron cosas tan terribles. (12: 2–4 TLB ) Sí, Dios permite que sucedan cosas terribles en nuestras vidas, pero durante estos tiempos debemos recordar que no estamos solos. Muchos han recorrido el camino del sufrimiento que tenemos ante nosotros como Job, como Jesús, y han podido soportar con paciencia. Una cosa que ha estado viniendo a mi mente es que creo que Dios permite que ocurran temporadas de sufrimiento en la vida de cada creyente para probar no solo la realidad de su fe, sino también la magnitud de su amor por Él.
No puedes fingir tu amor mientras estés en el dolor. Lo que realmente creo en mi corazón y cómo me siento realmente acerca de Dios y si realmente confío en Él, todo se vuelve evidente a través de temporadas de sufrimiento. La prueba definitiva de mi amor por Dios se demuestra con absoluta confianza y entrega. Esto solo puede ser probado en el crisol del sufrimiento. Cuando puedes decir: "Aunque él me matará, aunque tenga esperanza en él" (Job 13:15 NVI ), sabes que tu amor por Dios es real. Hacia eso voy, Dios mediante…
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