"el poder del veto..."
- Romeo Guevara
- 24 jul 2023
- 2 Min. de lectura
Hoy me encontré pensando acerca de que la moralidad no tiene sus raíces en una encuesta. ¡Tampoco la decide la Corte Suprema! O los políticos. ¿Mi consejo? Permite que tu conciencia sea tu guía. Las Escrituras son tu autoridad final. Si quieres tener una vida contracultural, tienes que darle al Espíritu Santo el poder de veto. La presencia interna del Espíritu Santo tiene que ser mayor que la presión externa del mundo que nos rodea. Por presión externa quiero decir todo, desde los prejuicios implícitos para anular la cultura hasta el relativismo moral. Si, como lo hace la mayoría de nosotros que pensamos en el Espíritu Santo simplemente como un poder o una influencia, nuestro pensamiento constante va a ser: ¿cómo puedo obtener más del Espíritu Santo? Pero si pensamos en Él de una manera bíblica, como una persona divina, nuestro pensamiento será, en cambio: ¿cómo puede tener más de mí el Espíritu Santo? ¿Cuánto tiene de ti el Espíritu Santo? ¿Tiene acaso todas las piezas de tu compleja personalidad? Si no consagras tu personalidad, se volverá una muleta.
Nunca olvides que e
n el vasto lienzo del alma cristiana, el Espíritu Santo pinta con trazos celestiales su poderoso veto. Como un artista divino, con su pincel de amor y sabiduría, colorea cada decisión y dirección, guiando al creyente por senderos de bendición. En los momentos de incertidumbre, su veto es un faro luminoso que disipa las sombras del miedo y la duda, permitiendo al cristiano navegar con fe en las aguas turbulentas de la vida.
El veto del Espíritu Santo es una sinfonía en el corazón del creyente, una armonía que silencia las discordias internas y eleva el canto de esperanza. En la partitura de nuestra existencia, Él dirige cada movimiento con maestría, permitiéndonos bailar en la gracia y el amor divino. Su veto es una caricia suave que acaricia el alma, llenándola de paz y serenidad, mientras destierra las cadenas que intentan aprisionarla.
En cada página de la vida del cristiano, el Espíritu Santo escribe con tinta inmortal el poder de su veto. Es un sello indeleble que nos marca como hijos de la luz, protegiéndonos de las trampas del enemigo y guiándonos hacia la verdadera libertad. Con cada latido de fe, el Espíritu nos recuerda que somos amados y redimidos, y que en su veto encontramos el camino hacia la plenitud y la eternidad.

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