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  • Foto del escritorRomeo Guevara

Cuando Dios desentona




A veces Dios a pesar de ser un gran músico nos manda una imperceptible disonancia en el inmenso pentagrama de la vida.  Que te arruina la melodía de tu vida Y tienes la sensación que algo te ha robado tu música para siempre. Aquello que para otros es una simple estadística, para ti es todo lo que tenías hasta que la crisis llegó para cambiar tu presente e hipotecar tu futuro a largo plazo. No hablo de aquello que esperas o que de alguna manera la vida te va preparando para sobrellevar. Los finales anunciados no son los que cambian el destino, sino aquellos que sorprenden como huracanes repentinos y que se empeñan en torcer el rumbo estructurado y planificado de tu vida.Es que las crisis, casi nunca se pueden compartir con los demás en su totalidad. Llegan sin aviso y se transforman en algo demasiado personal, extremadamente privado. Por esa razón, creo que Abraham no se lo dice a su esposa. No lo culpes, es que no hay manera de que esto suene bien. —Sara, tengo que confesarte que el Señor acaba de pedirme que sacrifique al niño. Pero no tienes por qué preocuparte. —Mira, si a Dios se le ocurrió, debe tratarse de una buena idea.

—Quiero que lo observes de este modo: Jehová es tan poderoso para darnos otro hijo, es solo un detalle para Él. —Quizá resucite. Solo tengo que matarlo y luego sentarme a esperar un milagro. ¿Te parecen frases patéticas y sin sentido? Por supuesto. Aun cuando estuviese diciendo grandes verdades, no creo que a Abraham se le ocurriera alguna manera de plantearle el tema a su amada esposa. Es que las crisis llegan de manera tan inoportunas que no dan espacio a una explicación racional. Quizá es por eso que nos sentimos tan solos cuando estamos en medio de ellas.Pero por alguna razón, como si acaso estuviese orquestado por un oculto maestro de ceremonias, era un momento que debías aprender a convivir con la soledad. Quizá porque solo entonces es cuando te sientes más cerca del Señor como nunca antes. La soledad llega impetuosa como una inmensa ola que rompe contra las rocas, cuando baja la marea descubres que las voces de los demás comienzan a diluirse y solo te resta el afinar el oído para oír a Dios. La

presunta soledad solamente tiene como objetivo acercar nuestro corazón al del Señor. Lo que sucede, en la gran mayoría de las veces, es que creemos que el Padre también nos ha abandonado por algún extraño motivo. En lugar de comprender que quiere atraernos hacia Su presencia, suponemos que quiere alejarse de nosotros. Y es que a veces confiamos en Él, pero con ciertas restricciones. Con reservas. Eres Dios,

siempre y cuando mi problema no sea tan grande que hasta te supere a ti, inclusive. Alguien dijo alguna vez que existen tres ópticas de ti mismo. Como te ven los demás, como te ves a ti mismo, y como realmente eres. Y para saber la diferencia exacta entre las tres opciones, indefectiblemente debes pasar por tu desierto personal. Es que el desierto no es otra cosa que la universidad de la vida. Aquello que nos confronta con nuestro propio yo.

 

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